Lucha interior. Catulo
Si el hombre encuentra algún placer al recordar las buenas
acciones del pasado, cuando cree ser una persona leal,
y no haber violado el sagrado compromiso ni en pacto alguno
haber tomado en vano el numen de los dioses para engañar a los
hombres, muchas alegrías te estarán reservadas, Catulo,
para el resto de tu vida de ese amor no correspondido.
Pues todo el bien que los hombres pueden hacer o decir,
tú lo has hecho y lo has dicho.
Todo ha terminado por confiar en un corazón que no ha
correspondido. ¿Por qué, pues, atormentarte más?
¿Por qué no cobras valor y te repones tú mismo
y dejas de ser desgraciado oponiéndote a los dioses?
Difícil es romper de pronto con un amor duradero,
es difícil, pero debes lograrlo como sea.
Es la única esperanza de salvación, es la única victoria que
debes conseguir: hazlo, tanto si puedes como si no.
Catulo fue un representante esencial para la poesía latina (Verona 84-54 a.C.). Se estableció el 62 a. C., introduciéndose en los cenáculos literarios de sus amigos formando un grupo poético que revolucionó la poesía épica de aquellos tiempos.
De la violenta pasión que despertó en Catulo su amor por Lesbia, dio lugar a varios poemas escritos con una sensibilidad increíble, y tan reales e íntimos que despierta las emociones del lector espontáneamente. Tardó en recuperarse a duras penas de este amor y eso se refleja en cada línea de sus poemas, incluyendo el que yo he escogido. La originalidad de Catulo consiste en haber sido el primero en haber iniciado la elegía romana con sus rasgos específicos de subjetividad, autobiografismo e intimidad.
Este poema habla, como una gran parte de los escritos de este libro, de su amor por Lesbia. Pero su amor por Lesbia en un momento que toca su fin, en el que Catulo se da cuenta de que ese amor no es correspondido y de que la vida continúa. Refleja esa sensación de que amando tanto a alguien no acabará nunca ese sentimiento de impotencia, tristeza y esa sensación de que tu mente está saturada con ese pensamiento y esa esperanza continua, esa esperanza que Catulo la denomina como tormento, como oposición a los dioses, ya que no tiene nada más que hacer, y sigue pensando en Lesbia y en lo que podría ser o podría haber sido.
Es un poema en el que él mismo es la víctima del dolor que causa la simpleza de amar y no ser correspondido, un tópico, pero al fin y al cabo una de las cosas que más daño pueden hacerte y más complicado es acabar con ellas. Catulo es un hombre realista y consciente de que no ha hecho nada malo respecto a Lesbia, ‘’ Pues todo el bien que los hombres pueden hacer o decir, tú lo has hecho y lo has dicho’’. Y es cierto, Catulo estaba enamorado de esa mujer, pero las cosas a veces no salen como uno espera, y aunque nadie sea culpable, los sentimientos no son recíprocos o las situaciones de las personas son diferentes.
Al final del poema habla de otro tipo de esperanza de la que he mencionado antes, es la esperanza realista de salir de ese túnel, la esperanza de que algún día pueda olvidar a Lesbia y vivir, volver a enamorarse y ser una nueva persona. Él mismo se obliga a abandonar ese amor, tanto si puede como si no, es la única opción; ya que Catulo ama a Lesbia, pero también ama la vida en sí, y aunque no lo parezca, es un hombre optimista y desea continuar. Tiene miedo de estar siempre triste y melancólico, y lo que él desea es satisfacer a las personas y estar arropado por sus seres queridos.
Este poema me ha gustado mucho, lo veo lleno de sentimiento y muy realista, es algo que a todos les ha pasado alguna vez y sienten eso que Catulo describe de una forma tan cercana. Se siente cercano, porque tienes esa certeza de que él está sintiendo cada palabra que escribe con todo su ser, que lo ha pasado así por Lesbia y que los sentimientos son los mismos sin importar en qué época hayamos nacido o de que raza seamos. Siempre que existe un sentimiento de amor verdadero hacia una persona que no siente lo mismo por ti, todos nos sentimos como Catulo dice sentirse en este poema.
Me ha recordado este poema a un cuadro de Frida Kahlo. En el cuadro se refleja la obsesión que tenía la pintora por su marido, Diego Rivera, del que estaba locamente enamorada. Llegó un punto en el que Diego estaba cansado, y en esa época tuvo una relación amorosa paralela. El rostro representado mira al espectador con mirada triste. Los largos cabellos se han enredado en su cuello y amenazan con estrangularla. Refleja el sentimiento de saturación mental que he descrito antes, la sensación de que toda tu cabeza gira alrededor de dicha persona y da lugar a una obsesión, como la que tenía Catulo por Lesbia, dando a saber que daría la vida por ella y que todo se reduce a su amor.
También, otro tema de la actualidad al que le he visto mucha similitud con el tema, es una canción del grupo de los ‘’Delinqüentes’’, que se llama La Madriguera. El nombre es debido a las ansias del enamorado de crear una madriguera para ella, un lugar para estar los dos juntos, pero no es correspondido. Se refleja muy bien en la frase: ‘’Cuando me faltas tengo mono en la cama de desayunarte todas las mañanas, pero viendo como está el panorama, será mejor que cuente mis garrapatas…’’ También el último párrafo refleja lo que he dicho de la esperanza: «y si viene un día una brisa que a mí me guie hasta tu bosque volaré yo de la alegría que no quiero que vengan vientos del norte…’’ de la esperanza de Catulo de volver a sentir a Lesbia y también de volver a ser feliz, sin saber cómo pero deseando no estar triste.
Niña ¿qué tristeza hay en tu alma,
qué pena están gritando tus pupilas?
Quisiera yo unirme a ti con un par de grapas,
pero tú te cansaste de mi camisa.
Como yo soy pa’ ti una rata
por las flores de este carril
tus papeles llenan mis baúles
corazones de tinta y de jazmín.
Porque tenía yo para los dos
una madriguera
con colchones en el suelo
con un grifo y una manguera
pobre sería yo si tuviera que callarme
que los dos pasamos hambre de comernos todas las tardes…
Cuando me faltas tengo mono en la cama
de desayunarte todas las mañanas
pero viendo cómo está el panorama
será mejor que cuente mis garrapatas,
y si viene un día una brisa
que a mí me guie hasta tu bosque
volaré yo de la alegría,
que no quiero que vengan vientos del norte…
María Merino